Noche eterna

CAPITULO 3: ATRAPADA
El monstruoso demonio sonrió, a la par que mostraba su imponente espada.
-Tus padres me mandaron a buscarte- dijo como quien no quiere la cosa- es la tercera vez que te escapas, en busca de una persona que ni siquiera existe.
-Si que existe- repuse furiosa.
El se hecho a reír con una mueca de furia en su rostro.
-Entupida humana.
-Petulante, insistente, aburrido, y insoportable demonio.
-¿Te crees muy valiente… verdad?
No me apetecía discutir con el demonio, asi que… le ignoré.
Se aproximó a mi, dejándose ver, por el halo de luz de la farola.
Sus brillantes ojos azules eran inminentemente claros, demasiado claros… con su piel morena destacando en su cabello color miel.
Me habría parecido un demonio atractivo en otras circunstancias, pero ahora mismo, le aborrecía.
Siempre que me escapo, mandan al mismo demonio en mi busca… viva la originalidad…
-Estoy harto de que me manden a buscarte.
-Y yo de que me encuentres… y no me verás quejarme.
Se aproximó a mí acorralándome contra la pared.
-¿Qué pretendes?- murmuré intimidada.
-Escúchame pequeña humana, estoy harto de ti, de tu irritante insistencia, y de tu tozudez, ahora me voy a vengar… seguro que se te quitarán las ganas de volver a huir.
-Lo dudo- repuse desafiante, a mi ningún demonio me vacila.
Elevó su espada con un gesto amenazante, inconscientemente me encogí.
¿Qué pretendía? Alcé la vista y vi su arma reluciente bajo la tenue luz de la farola.
Tragué saliva.
Tiempo seguido no se que ocurrió, el único hilo de conciencia que quedaba en mi cuerpo se escapó de mis manos. Como una pastilla de jabón resbaladiza a una persona que esta en la ducha… y de repente, todo se volvió negro.
***
Cuando desperté, me hallaba tumbada en una cama que ni mucho menos se parecía a la del mugriento motel en el que me hospedaba.
Estaba cansada, muy cansada… pero poco a poco fui siendo conciente de otros actos, que no eran tan ajenos a mi.
Pude escuchar el choque de 2 espadas, blandidas en el aire… el suave siseo del viento cortado por el halo de una embestida…
Palabras amenazantes, guerras, gritos, y finalmente… muerte.
Gemí, muerte, había muerto alguien… pero ¿Quién?
Con gestos torpes me incorporé de la cama.
La habitación era amplia y bien decorada, juraría que una cara suite de hotel.
El mareo era lo de menos… salí de la cama cuando mis pies no fueron capaces de soportar el peso de mi cuerpo, cerré los ojos a la espera del impacto contra el suelo… que nunca ocurrió, alcé la vista confusa, alguien había impedido mi caída.